Cuando
Atahualpa fue capturado por los españoles, cuenta la historia que,
con el afán de recobrar su libertad, les ofreció un cuarto lleno de
oro y dos de plata.
Objetos
de estos preciosos metales comenzaron a llegar a Cajamarca (donde se
encontraba Atahualpa cautivo) en caravanas de indígenas que venían
de diferentes partes; sin embargo, debido a la grandeza del imperio
Inca, la entrega del codiciado rescate demoraba.
Corría
el rumor entre los captores de que el ejército del General Rumiñahui
se acercaba para matar a Francisco Pizarro y los demás
conquistadores, a quemar todo y liberar a Atahualpa.
A
tanto llegó el temor que, ocho meses después de la captura, el Inca
fue asesinado. Se conoce que Pizarro se llevó la mayor parte del
botín recaudado, pero no se sabe a ciencia cierta qué sucedió con
el resto del rescate prometido, con las caravanas de oro y plata que
iban en camino hacia Cajamarca. Al parecer, Rumiñahui pudo ocultar
el rescate.
Tras
la muerte de Atahualpa, Pizarro se dirigió hacia el Cuzco y
Sebastián de Benalcázar y se encontró con una ciudad saqueada e
incendiada. Después de ocuparla, siguió el rastro de Rumiñahui
que, según cuentan las crónicas, se encontraba en las peñas de los
altos de Píllaro, cerca de los Llanganates.
Finalmente
lo capturaron y lo quemaron en la plaza principal de Quito, pero no
lograron conocer en dónde se encontraba escondido el tesoro. Hasta
ahora no se sabe qué ocurrió con el tesoro de Rumiñahui, pese a
las continuas expediciones que se han realizado.
no se entiende nada
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